Descripción del proyecto
V. Blasco Ibáñez
La impiedad del siglo XVIII fue esencialmente aristocrática
Cuentan que el barbero de Diderot, locuaz y enemigo del silencio, como todos los barberos, un día que afeitaba al célebre filósofo, exclamó con cierto orgullo, para agradar a su cliente:
—Yo, aunque solo tengo el título de simple sangrador, tampoco creo en ninguna religión.