Descripción del proyecto

I

A las tres de la tarde entró doña Manuela en la plaza del Mercado, envuelto el airoso busto en un abrigo, cuidadosamente enguantada y velado el rostro por la tenue blonda de la mantilla.

Tras ella, formando una pareja silenciosa, marchaban el cochero y la criada: un mocetón de rostro carrilludo y afeitado que respiraba brutal jocosidad, una muchacha morena y guapota, con peinado de rodete y agujas de perlas.

El cochero, con una enorme cesta en la mano y una espuerta no menor a la espalda. La muchacha también llevaba una cesta de blanco mimbre, cuyas tapas movíanse al compás de la marcha.

¡Gran Dios!…, ¡cuánta gente! Valencia entera estaba allí. Todos los años ocurría lo mismo en el día de Nochebuena.
Doña Manuela permaneció inmóvil algunos minutos en la bocacalle.

En este ancho espacio, que es para Valencia vientre y pulmón a un tiempo, el día de Nochebuena reinaba una agitación que hacía subir hasta más arriba de los tejados un sordo rumor de colosal avispero.

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