Vida
El matrimonio formado por Gaspar Blasco Teruel y Ramona Ibáñez Martínez, oriundos de Aragón, poseía un pequeño comercio vivienda en la calle Jabonería Nueva nº 8. de Valencia. Allí nace el 29 de enero 1867 Vicente Blasco Ibáñez. Desde su infancia se convierte en un voraz lector. Aunque su primera vocación fue la de ser marino, tentado por el afán de aventura, en 1882 ingresa en la Facultad de Derecho. Inquieto intelectual y políticamente, traba amistad con Constantí Llombart, director de Lo Rat Penat; en el Almanaque de dicha asociación publica su primer trabajo literario La torre de la Boatella. A los dieciséis años funda y dirige el semanario El Miguelete, y posteriormente la publicación El Turia. Deseoso de emprender una carrera literaria se fuga a Madrid, donde trabaja dos meses como amanuense del folletinista Fernández y González. De regreso a Valencia, continuará con sus colaboraciones literarias y participa activamente en las algaradas estudiantiles. Con veinte años ingresa en la masonería, adoptando el nombre de Danton. El 1 de septiembre de 1889 aparece el primer número de La Bandera Federal, creado y puesto en marcha por el escritor. Se intensifica su actividad política. El 3 de julio de 1890 promueve una manifestación en contra de Cánovas del Castillo, a consecuencia de la cual debió huir a París. Desde allí enviará sus crónicas a El Correo de Valencia, que se publicarán posteriormente en el libro París, impresiones de un emigrado.
El 18 de noviembre de 1891 contrae matrimonio con María Blasco del Cacho, con la que tendrá cuatro hijos: Mario, Libertad, Julio César y Sigfrido. Cada vez más implicado en el Partido Federal, se multiplican sus mítines, donde hace gala de un gran liderazgo y fuerza oratoria. En 1892 publica su novela La araña negra, y un año más tarde Viva la República.
El 12 de noviembre de 1894 aparece el primer número del diario El Pueblo, también fundado y dirigido por Blasco. En este ejemplar se incluye la primera entrega como folletín de su novela Arroz y tartana. Son frecuentes sus entradas y salidas de la cárcel de San Gregorio por la virulencia de sus artículos. Entre tanto, la familia va creciendo, en 1892 había nacido una niña: Libertad, que solo sobrevivió unos días; un año más tarde nace su primer hijo varón, Mario, y en 1895 otra niña a la que vuelven a poner el nombre de Libertad. Ese año comienza a publicarse por entregas su obra Flor de mayo. Su relevancia en el Partido Federal es cada vez mayor, siendo elegido presidente del Consejo Regional en la Asamblea General Federalista.
1898 es una fecha decisiva en la política exterior española, tras la voladura del Maine, Estados Unidos declara la guerra a España. La guerra de Cuba había sido objeto de una intensa campaña en su contra desde las páginas de El Pueblo, del famoso artículo “Que vayan todos: pobres y ricos”, hasta el no menos relevante “La paz deshonrosa”, que le costó el suplicatorio al Congreso para su procesamiento. Blasco Ibáñez había sido elegido diputado meses antes por el partido Unión Republicana. Y lo seguiría siendo durante seis legislaturas. Ya dos años atrás, tras su participación en un mitin contra la guerra de Cuba, y una orden de detención, debió huir a Italia, fruto de cuya estancia escribiría En el país del arte: tres meses en Italia, e intensificaría su relación con los Benlliure, que allí se encontraban. Precipita su vuelta el nacimiento de Julio César, su tercer hijo.
Toda esta época de su vida está centrada en tres ejes: el político, el periodístico y el literario. Blasco ha pasado de ser un agitador de masas, a convertirse en líder político del Partido Federal, capaz desde sus mítines a sus artículos en el diario El Pueblo de movilizar a las clases populares en torno a los ideales de la República, creando una corriente propia: el blasquismo, que perduraría aún después de su abandono de la política. Abundando en esta actividad, su acción se centra en los casinos republicanos y en la creación en 1903 de la Universidad Popular. Su pluma y verbo afilado, le llevan, no solo a la cárcel, como hemos visto, sino que le hacen protagonista de diversos duelos, como los mantenidos con Fernández Arias, de La Correspondencia Militar, en el que Blasco recibe una herida en el muslo, o con el teniente Alestuei, en el que salva la vida de milagro al incrustarse la bala a él dirigida en la hebilla de su cinturón.
El periódico le sirve además para ir publicando por entrega sus novelas que posteriormente editará en volúmenes. Es el tiempo en el que escribe sus obras más significativas del ciclo llamado de novelas valencianas y sociales: Arroz y tartana (1894), Flor de mayo (1895), La barraca (1898), Entre naranjos (1900), Cañas y barro, (1902), La catedral (1903), El intruso (1904), La bodega ( 1905), La horda (1906).
Su estancia en Madrid contribuye a estrechar lazos con el mundo artístico y literario. Hemos ya citado su amistad con los Benlliure. Visita con frecuencia el estudio de su paisano Joaquín Sorolla. Traba buena relación con los intelectuales del momento, Luis Morote, Santiago Rusiñol o Emilia Pardo Bazán, a la que en 1900 acompaña en su visita a Valencia. Ese mismo año el escritor recibe un homenaje en los jardines del Buen Retiro de Madrid, al que asiste Pérez Galdós. Sus obras comienzan a traducirse, es un autor afamado, como lo atestigua que el 11 de diciembre de 1906 reciba la Medalla de Honor de la Legión Francesa.
Pero la política empieza a ocasionarle grandes decepciones, su antiguo amigo Rodrigo Soriano encabeza una escisión que hace que buena parte del blasquismo se enfrente al novelista, su fundador. En 1905 sufre un atentado en Valencia; meses más tarde, desengañado, renunciará a su acta de diputado y decide abandonar la política, si bien sus correligionarios le animan a continuar participando en diversos actos e incluso en 1907 vuelve a ser reelegido diputado, aunque en seguida dejará su escaño. Solo muchos años más tarde volvería a asumir una posición activa cuando desde el exilio se enfrentó a la Dictadura de Primo de Rivera.
De la etapa madrileña surge también el encuentro con Elena Ortúzar, con quien mantuvo una larga relación, y con quien acabaría contrayendo matrimonio finalmente en 1925, tras la muerte de su primera esposa. Su amor no estuvo exento de dificultades y aún desencuentros, dado que, en primer lugar, ambos estaban casados. Si en La maja desnuda Blasco reivindica la libertad del creador, más allá de los lazos familiares, en La voluntad de vivir narrará su primera pasión y ruptura. Ella le exigirá que destruya toda la edición como paso previo para continuar el romance.
En 1909 Blasco es invitado a impartir una serie de conferencias en Buenos Aires. El escritor es recibido multitudinariamente. Tomando conciencia de la persistencia de la leyenda negra que envuelve el hecho histórico del descubrimiento de América, se propone reivindicar la importancia de la cultura española, hablando de las aportaciones de Cervantes, Lope de Vega, Velázquez, El Greco, Goya… Esta reinterpretación de la importancia del legado no solo español, sino mediterráneo, valenciano y de la corona de Aragón, será una constante en sus obras que pone de manifiesto ya en Mare nostrum (1918) y especialmente en sus novelas históricas como El Papa del mar (1925) o A los pies de Venus (1926). Decepcionado de la política y deseoso de hacer fortuna, ve en Argentina una tierra de promesas. El gobierno le ofrece terrenos para explotar. Un año más tarde volverá allí imbuido de una gran aventura: colonizar aquellos parajes. Atraerá a labradores valencianos y fundará las ciudades de Cervantes y Nueva Valencia. La empresa finalmente fracasa, por falta de financiación, y en ella agota sus energías, arruinándose económicamente. De esa experiencia tenemos sus obras Argentina y sus grandezas (1910) y Los argonautas (1914).
Finalizada su aventura argentina, en 1914 retorna a París, donde le sorprende el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Tomando claramente partido por la posición francófila frente a Alemania, envía sus crónicas, incluso desde las trincheras, al diario El Pueblo. Dichas crónicas serán reunidas en los nueve volúmenes que constituyen su monumental Historia de la Guerra Europea. Facilitada su labor por el presidente de la República Francesa, Poincaré, este le sugiere que escriba una novela sobre el conflicto bélico. Comienza así la redacción de la que constituirá su gran best seller mundial: Los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Paralelamente se desarrolla su interés por el cine. El 14 de abril de 1917 se estrena, con gran éxito, en el Hipódromo de París su versión cinematográfica de Sangre y arena, y proyecta la adaptación de Flor de mayo.
Tras finalizar la guerra, en octubre de 1919, parte de Francia hacia los Estados Unidos, donde permanecerá hasta julio de 1920, impartiendo conferencias y estableciendo contactos que le servirán para la publicación de sus artículos, la traducción de sus novelas y la adaptación de estas al cine. Es ya un escritor reconocido, de fama mundial, y sus ingresos le permiten convertirse en un hombre acaudalado. El 22 de febrero de 1920 Blasco Ibáñez es nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad George Washington. Entre tanto, ha recibido un duro golpe familiar, el fallecimiento el 19 de noviembre de 1919 de su hijo Julio César. En sus cartas manifiesta la preocupación por la frágil salud de su otro hijo Mario, mantiene en la distancia una afectuosa relación con su esposa María, de la que hace mucho vive separado, y se congratula de la felicidad de su hija Libertad, que en 1911 se había casado con Fernando Llorca Díez, quien, tras Sempere, mantendrá la empresa editorial blasquiana, ya desde 1914 con el membrete Prometeo.
En 1920 Blasco, interesado por la revolución mexicana, viaja, invitado por el presidente Carranza, a este país, desde donde envía sus crónicas al Chicago Tribune. Aunque los dirigentes mexicanos lo reciben con la esperanza de que, al igual que hiciera en la Francia bélica, se convierta en su mejor propagandista, las impresiones del novelista, en consonancia con el interés del periódico que le encarga la tarea, son negativas y así lo hará patente en su obra El militarismo mexicano.
1921 es sin duda un año de éxitos. En Valencia se le tributa una semana de homenajes, se le dedica una plaza, se realiza una vistosa cabalgata en la que cada carroza representa cada una de sus obras más conocidas, las autoridades locales le acompañan en los diversos actos multitudinarios que llenan las calles valencianas con el fervor de sus conciudadanos hacia su escritor más internacional.
En Hollywood se realiza la versión cinematográfica de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, dirigida por Rex Ingram y protagonizada por Rodolfo Valentino, que, a partir de entonces, se convertirá en el galán latino por excelencia. Un año más tarde se rueda Sangre y arena (1922) de Fred Niblo, protagonizada también por Valentino. Posteriormente se estrenó Mare nostrum (1926) de Rex Ingram, con Antonio Moreno y Alice Terry. Y otra gran star, Greta Garbo, comenzaría su carrera hollywoodense con dos adaptaciones de novelas de Blasco Ibáñez: El torrente, basada en Entre naranjos y dirigida por Monta Bell y La tierra de todos, comenzada por Mauritz Stiller y concluida por Fred Niblo. Y ello solo por hablar de los films que se rodaron en vida del autor.
Es en 1921 cuando también adquiere en Menton su villa Fontana Rosa, que diseñaría con especial esmero: el jardín de los escritores, el estanque decorado con cerámicas reproduciendo escenas de El Quijote enmarcadas en la Señera valenciana, la mansión principal, la torre con vistas al mar donde se hallaba su despacho y su amplia biblioteca, así como una sala de proyecciones privada. En esta residencia recibió a los intelectuales y artistas más famosos del momento.
Entre 1922 y 1923, a lo largo de seis meses, emprende, en compañía de Elena Ortúzar, su viaje alrededor del mundo a bordo del Franconia. Durante el trayecto toma abundantes notas en pequeñas libretas para la elaboración de una nueva obra. En agosto de 1924 publica los dos primeros tomos de La vuelta al mundo de un novelista, donde recopila las impresiones de su viaje.
A su vuelta a París, ante las noticias que llegan de la Dictadura de Primo de Rivera en España, retoma la acción
política, apoyando a los intelectuales españoles exiliados en la ciudad francesa. De su pluma salen los combativos folletos Una nación secuestrada, Lo que será la República Española y Por España y contra el rey. Además financia y promueve la revista España con honra, que se convierte en el portavoz de la oposición exiliada a la Dictadura. Esta actitud beligerante le hace renunciar a su ingreso en la Real Academia Española, y a sus posibilidades de obtener Premio Nobel de Literatura.
El 21 de enero de 1925 fallece su esposa María Blasco del Cacho, con la que, a pesar del distanciamiento, siempre había mantenido una cariñosa correspondencia y atendido a sus necesidades. Libre ya, y tras años de convivencia, en octubre de 1925 contraería matrimonio con Elena Ortúzar.
Por esa época se publican sus novelas El Papa del mar y A los pies de Venus, y proyecta escribir una nueva obra que llevaría el título La juventud del mundo.
Pero su salud se resiente, aquejado por la diabetes que le ocasiona problemas en la vista y agotado. Su último acto público será un homenaje a Victor Hugo, celebrado el 20 de diciembre en el Teatro Nacional del Trocadero. Las frías navidades pasadas en la capital francesa le producen una congestión pulmonar. El 9 de enero de 1928 vuelve a Fontana Rosa, confiando en que el clima más suave le aliviará, pero la fiebre se mantiene, empeora súbitamente y la madrugada del 28 fallece, un día antes de cumplir sesenta y un años. La noticia produce una gran consternación en el mundo intelectual. El sepelio en Menton, junto a su familia, abundantes autoridades y un nutrido público, se realiza con todos los honores. En ese momento sus restos no pueden reposar en España. Será en octubre de 1933 cuando finalmente podrán ser trasladados a Valencia, escoltados por varios destructores de la marina francesa y a bordo del buque insignia de la armada española, el acorazado Jaime I. El presidente de la República Española, Niceto Alcalá Zamora, representantes de instituciones públicas y culturales, intelectuales, políticos, y una abigarrada multitud recibieron el féretro en el puerto de Valencia, para iniciar un recorrido por la ciudad, seguido por miles de conciudadanos, hasta la Lonja de la seda, en que quedó instalado el féretro antes de su inhumación en el cementerio municipal. Las fotografías de la época nos muestran un acto multitudinario sin precedentes.
Residencias
Casa natal en Valencia
Vicente Blasco Ibáñez nace en Valencia, en la calle Jabonería Nueva nº 8.
Sus padres, Ramona Ibáñez Martínez y Gaspar Blasco Teruel, procedían de Aragón y se establecieron en Valencia en 1866. En la trastienda del comercio de ultramarinos que regentaban acondicionaron un pequeño sobrado para vivienda. Allí nació Blasco Ibáñez el 29 de enero de 1867.
Chalet en la Malvarosa
Vicente Blasco Ibáñez mandó construir el chalet original en 1902, en la playa de la Malvarrosa de Valencia. La casa destacaba por su galería de columnas y cariátides, decorada con frescos de estilo pompeyano, presidida por una mesa de mármol de Carrara con cuatro grifos o animales mitológicos a modo de patas. Fue adquirido por el Ayuntamiento de Valencia, y tras su reconstrucción sobre planos originales alberga desde 1997 la Casa Museo Blasco Ibáñez.
Fontana Rosa, Menton – Francia
El escritor se instaló en esta villa con la que sería su segunda esposa, Elena, y fue aquí donde falleció. Su jardín de cerámicas valencianas y mentonesas sigue siendo visitable, y está situado en la propia “avenue Blasco-Ibanez”, cerca de la estación de Garavan. Fue declarado monumento histórico en 1990. También llamado “Le Jardin des Romanciers” (El Jardín de los Novelistas), fue frecuentado por personajes como Jean Cocteau, y allí Blasco Ibáñez escribió gran parte de su obra Mare Nostrum, adaptada al cine en 1926